Fue en Biscarrosse donde comenzó todo, gracias al impulso del ingeniero tolosano Pierres Georges Latécoère
Perseguía el ambicioso proyecto de comunicar Toulouse con Santiago de Chile a través de una línea aérea. Sin embargo, cruzar el Océano Atlántico en aviones normales era muy peligroso, así que Latécoère decidió emplear hidroaviones y escogió Biscarrosse como base por su proximidad a la fábrica de Toulouse, donde se fabricaban las piezas, y por la inmensidad de su masa de agua, bien resguardada y especialmente propicia para las pruebas de vuelo.
Y es cierto que el industrial Pierre Georges Latécoère no se equivocaba, porque la situación del lago es ideal para que amerizasen los hidroaviones por su cercanía al Atlántico y, por tanto, a las puertas hacia América.
Biscarrosse, cuna de la Compañía Aeropostal
Estamos en 1930: acaba de fundarse la base de montaje y pruebas de vuelo Latécoère de Biscarrosse. También acaba de nacer la Compañía General Aeropostal. Air France estableció allí sus primeras líneas y de allí partieron los primeros vuelos regulares de pasajeros hacia Nueva York, Natal, en Brasil, y las Antillas, por ejemplo. Varios cientos de hidroaviones, entre los que se encontraba el Croix du Sud, alzaron el vuelo desde el lago de Biscarrosse y las grandes leyendas del cielo, como Mermoz, Guillaumet, Saint Exupéry, Bonnot, Paris, Hébrard y Jozan, volaron en estos inmensos «paquebotes del aire».